En nuestro segundo día, sábado, descubrimos Bogotá como ciudad y sus puntos más conocidos. El Museo del Chicó abre sus puertas más temprano en exclusiva y nos muestra sus maravillosos espacios y amplios jardines en los que organizar eventos. Flores, plantas, estampados y lámparas, sirven para recrear un acogedor ambiente que te hace sentir “como en casa”. En definitiva, el perfecto parque-museo para cautivar a tus invitados.
A un kilómetro del Museo, el Hotel Four Points by Sheraton nos invita a disfrutar de su “fruit ponch” para alegrarnos más aún el día y enseñarnos sus instalaciones. Situado en el distrito comercial, este moderno hotel cuenta con 124 habitaciones y destaca por su ubicación y vistas.
Tal y como ya estamos acostumbrados, (no paramos)… Debemos descubrir y conocer toda la oferta de negocios, eventos y reuniones que ofrece Bogotá en menos de cuatro días. Así que, después de disfrutar de un paseo en el centro histórico de la ciudad, el Museo Nacional nos da una cálida bienvenida. El cuál, originalmente, fue una penitenciaría cuyo arquitecto, Thomas Reed (¡otro danés!), tuvo la gran idea de reconvertirlo en lo que es ahora: una gran colección de obras de arte colombiano, latinoamericano y europeo, entre las que realizar cualquier tipo de evento. Destacar su pequeño jardín, su escenario o su plazoleta central, la cual cuenta con un piano y en ella se pueden realizar asombrosas cenas privadas sintiéndonos observados por obras de arte.
Pero era hora de abrir el apetito con un almuerzo en el Hotel NH Collection World Trade Center y allí un riquísimo ajiaco nos estaba esperando (nos gustó tanto el primer día que tuvimos que repetir) junto a una posterior visita de inspección. Este hotel formado por 144 elegantes habitaciones y especializado en las reuniones de mayor envergadura, con muchas posibilidades gracias a sus salones. De postre, todavía nos quedaba una sorpresa, nuestra compañera de NH quería impresionarnos más aún, trasladándonos para presentarnos el Hotel NH Collection Royal Hacienda. Situado en la mejor zona de Bogotá, la zona residencial, tranquila, de compras. 82 habitaciones de gran tamaño, moderno y cálido. Conectado directamente con el centro comercial, su paisaje y vistas a las montañas conquistarán a cualquier visitante.
Era momento de tiempo libre, algunas no pudimos abandonar la zona sin visitar el centro comercial… Mientras otros se preparaban para la cena en el famoso y riquísimo Andrés Carne de Res, todo un descubrimiento. Aunque el restaurante original se sitúa en Chía, a una hora de Bogotá, nosotros pudimos experimentar el de Bogotá. Un edificio entero para un restaurante organizado por niveles. Y claro, como buenos ángeles que somos, cenamos en “El Cielo”, la zona más elevada, para luego mover nuestro esqueleto en “El Infierno”.
Un servicio espléndido enfocado al cuidado de los detalles, en el que los platos, vasos, botellas, están personalizados con la propia marca del restaurante. Todo un despliegue de medios en cuanto a camareros, actores y actrices que interpretan shows en todas las mesas, con atención y originalidad. Una carta de 72 páginas en la que perderte si no tienes cuidado… En definitiva, un restaurante en el que “perder la cabeza”.
Pero ya es domingo, nuestro último día aquí y nos esperan visitas a tres zonas muy especiales de Bogotá: Monserrate (el cerro más conocido de la ciudad, al que subimos en cable car y bajamos en teleférico), Museo del Oro (el mayor del mundo) y Museo de Botero.
¡Qué mejor que despedir la ciudad desde las alturas!
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