Europa refuerza desde el pasado 7 de abril, los controles fronterizos en el marco de la lucha antiterrorista. A partir de ahora habrá nuevos chequeos sistemáticos a los ciudadanos europeos que entren y salgan de área Schengen de libre circulación. Los países comunitarios están obligados a controlar el pasaporte de todos los ciudadanos europeos que entren o salgan de Schengen (por ejemplo, un español que viaje a Egipto o regrese de ese país). Hasta ahora esos chequeos solo se realizaban sistemáticamente a ciudadanos de terceros países (siguiendo con el ejemplo, a un egipcio que ingresase en España y, en ocasiones, cuando volviera a su país).
Los Estados miembros decidieron extender esos controles a los ciudadanos comunitarios ante la evidencia de que la mayoría de los participantes en los episodios terroristas que han conmocionado Europa en los últimos años tenían pasaporte europeo. La norma, sin embargo, nace con un buen número de excepciones porque la mayoría de las fronteras en el área Schengen (aéreas, pero sobre todo terrestres y marítimas) se colapsarían si hubiera que verificar con las bases de datos policiales el pasaporte de cada viajero.
La Comisión Europea presentó esta reforma a finales de 2015 (tras los dos atentados de París y poco antes del de Bruselas), aunque ha entrado finalmente en vigor a principios de abril (el mismo día de un nuevo episodio terrorista en Suecia). Estas son las principales novedades, que se aplican a los 26 Estados del área Schengen (22 de la UE más Suiza, Noruega, Islandia y Lietchenstein):
Fronteras aéreas
Las fronteras aéreas se convierten en las más afectadas porque los viajes en avión son los que más identificación requieren. Las autoridades deberán pedir el pasaporte a todos los ciudadanos de esos 26 Estados que entren o salgan del área de libre circulación. Como muchos países carecen de la tecnología para realizar estas comprobaciones de manera ágil, sin generar largas colas, la norma otorga seis meses de margen para aplicarla plenamente. Durante ese periodo, las autoridades pueden seguir realizando —como hasta ahora— solo controles selectivos. Es decir, cuando el perfil del viajero o el lugar al que viaja (por ejemplo Turquía, el país desde el que suelen acceder a Siria los llamados combatientes extranjeros) representen un riesgo añadido. Ese margen temporal podrá ampliarse a un máximo de 18 meses “en casos excepcionales y específicos, cuando haya dificultades estructurales que requieran un periodo de tiempo mayor para aplicar los cambios necesarios”.
De ese modo, las autoridades asumen que, si hay que elegir entre largas colas en los aeródromos y controles no exhaustivos a los viajeros, se primará la segunda opción.
Fronteras terrestres o marítimas
Las nuevas obligaciones son mucho más laxas para los desplazamientos por tierra o mar. Las autoridades fronterizas podrán aplicar controles selectivos cuando las consultas sistemáticas “puedan llevar a un impacto desproporcionado en los flujos de tráfico marítimos o terrestres”, sin límite de tiempo. Deberán garantizar, eso sí, que esos pasos sin control no incurren en riesgos para la seguridad (un mandato muy difícil de cumplir en la práctica).
Ni la Comisión Europea ni el Consejo ofrecen datos sobre cuántos aeropuertos del área Schengen están ya listos para controlar sistemáticamente a todos los viajeros.
Las nuevas medidas solo afectan a los desplazamientos que tengan como origen o destino un país tercero. Los movimientos dentro del área de libre circulación (por ejemplo, entre Madrid y París) seguirán sin estar sujetos a controles de documentación (solo al examen visual que realiza el personal aeroportuario en el acceso a la zona de embarque y las aerolíneas en el momento de entrada al avión).
Colapsos en los aeropuertos
A raíz de esta medida, aeropuertos como El Prat se han visto colapsados tanto en las fechas de Semana Santa como el Puente de Mayo, teniendo graves inconvenientes para los pasajeros como largas colas de espera en los controles, pérdidas de vuelos de conexión, etc. Fuentes policiales aseguraron que en los últimos días se había producido una “concatenación de factores” que habrían dado lugar al colapso: la nueva normativa internacional, el “alud” de vuelos y pasajeros durante el fin de semana y la falta de información al respecto por parte del aeropuerto, la vigilancia que se debe hacer en zonas de obras, y diversos incidentes (detenciones, pasaportes falsos, menores mal acreditados) que obligaron a la policía a redoblar su trabajo.
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